Riesgo en alta mar

Kei Acedera ilustración
Los brazos, me duelen; el cuello, las manos, el pecho, la espalda, los hombros, me duelen. Y las piernas, menos pero también. Veamos, yo compraba un pan delicioso de cereales y miel al panadero que todos los días recorre mi calle con su furgón amarillo plátano. Trae panes y empanadas muy ricas, de esas que engordan un  montón a golpe de claxon. No me queda más remedio que dejarme llevar por el aroma a recién hecho y pensar en los kilómetros que tengo que correr de más para bajar tanta caloría. Pero no, hoy no iba yo a correr. Mira por dónde mi vecina me invita a probar paddle surf que aquí está muy de moda y animada por mis hijas me escucho pronunciar un «vale».
La cita es a la una y cómo llego tarde porque me ha costado aparcar me pierdo la explicación del monitor. Un guaperas veinteañero, cachas, de melena ondulada al viento y moreno de playa que me dice un «no te preocupes, tenemos que salir ya, es muy fácil, ya te voy diciendo en el agua».
Mis hijas aplauden en la orilla, qué presión. Me pongo encima del bikini una camiseta de licra porque me aterra quedarme aterida de frío si me caigo de esa tabla. Y como he sido la última me toca una gigante que resulta que es la  más rápida. La meto al agua y salgo de rodillas primero, voy remando sin estilo como puedo hasta alcanzar un poco de profundidad para ponerme de pie. Lo consigo. ¡HURRA!  no es tan difícil pero no me da tiempo a más que me doy el primer chapuzón. Agua congelada y ahora a ver cómo me subo yo de nuevo a la tabla. La alcanzo, mira que creo que pierdo el remo y vuelvo a subir. Mi vecina, el guaperas y el resto del grupo están……. lejooss. Consigo subirme de nuevo porque me preocupa todo lo que nada entre mis pies.  Y mira por dónde una pareja sexagenaria que se relaja en su  barquita me da las lecciones de navegación: «vas muy rígida, flexiona las piernas, tienes que situarte en medio de la tabla, coge el remo bien alto por arriba y la pala que esté con el dibujo mirando en frente, rema en dirección contraria a dónde quieres ir y piensa en el viento» y yo procesando y esquivando boyas, veleros y a otros paddelsurfistas. Vuelvo al agua un par de veces, me enredo con otra boya y no consigo reducir mi estrés. Avanzo, poco a poco, lo voy consiguiendo, estoy en alta mar, el agua está cristalina y ¡¡cuánto pez bajo mi tabla, por estas que no me caigo!! pero escucho un «mamáaa´, foto» y claro pierdo el equilibrio. No veo a mi grupo, regreso a la orilla una hora después, justo cuando empiezo a cogerle el ritmo.
Hoy compraré pan sin remordimientos, mejor salgo a correr. ¡¡¡Qué arriesgado es socializar!!

 

Quizás también te interese leer

1 Comentario

  • Contestar
    isabel
    agosto 24, 2015 de 1:32 pm

    Qué alegría encontrarte de nuevo.
    Es que estos años en la Mancha te han hecho de secano….Poco a poco y con tu estilo, te los ganas seguro

  • Deja tu comentario