Hoy no te olvides de reír

Magalie Foutrier
Definitivamente Concha lleva razón. Mi factura de la luz se dispara. Y mi guerra abierta con la ropa en esta casa también.
_ Mamá, ¿dónde está mi camiseta azul?

_ Secándose, hija.

_ ¿Todavía?

Pues sí, porque si se me olvida recoger la ropa, ésta aparece empapada al día siguiente y vuelta a empezar. Ainns. A todo esto, deciros que no tengo suerte con la caldera y claro, justo ayer que lo dejé todo haciendo caso a los lugareños y me fui a la playa a darme un baño de otoño y además se me ocurre jugar a hacer la croqueta en la arena con mis hijas….. llego a casa y no hay agua caliente. Vale, no pasa nada. Me armo de valor y me pongo a calentar agua en la cocina y a la antigua, olla va y olla viene, lavo el pelo de las hadas. Papá no tiene problemas con el agua fría, «si es estupendo para la circulación», dice ante mi enfado monumental. Cuando me llega el turno, harta ya de mis paseos escalera arriba, escalera abajo, decido que soy capaz de enfrentarme a la ducha fría. ¿Acaso no me baño en el Atlántico?. Mis gritos son más poderosos que los que dí cuando me lancé por el Río Bravo en la Warner y todos, hasta Wilson, suben corriendo a ver si me he muerto congelada.

Hoy viene Moncho, el que arregla la caldera. Estoy por darle un café, ya es la cuarta vez que viene en lo que llevo en casa porque parece que soy yo la que bloqueo la caldera cuando paso la fregona y mi casa piensa que se va a inundar, viva la tecnología. Moncho me habla en gallego cerrado, no lo entiendo, tampoco se lo digo, sé que intenta hablarme en castellano pero no le sale.
Si la cosa puede ir a peor, va. Tengo que llevar a las niña a clases de inglés. El coche no tiene batería. No pasa nada, llamo un taxi. El taxista es un argentino simpático que no sé si estrena licencia pero sí el coche y coge los baches como si estuviera acariciando amapolas. Llegamos. Me siento a esperar a mis chicas frente al mar y me río sola mientras el día acaba regalándome un atardecer precioso. Ventajas de este optimismo que se empeña en vivir conmigo. En cuanto acabe este post, me voy a correr. Me lo he ganado, ya si eso mañana llamo al RACC y procuro no dejarme otra vez las luces puestas.

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