Allemsay

Ilustración de Mónica Carretero
Llevo semanas hablando con ella. Todos los días, al recoger a las niñas del cole, nos saludamos e intercambiamos comentarios. Al principio de conocernos, nos limitábamos al tiempo, más tarde me informó sobre el colegio y sus profesores, ahora ya hablamos sobre itinerarios para excursiones, sobre recetas culinarias y sobre política. Todavía no sé cómo se llama y ahora espero la ocasión de enterarme porque no me parece apropiado preguntarle después de tantos días que hablamos las dos. Su niña nació en un país africano. Es más que preciosa. Se llama Allemsay que significa Sol del mundo. Le comento a mi amiga sin nombre que el de su hija me parece hermoso y entiendo que al llegar a España no se le pasara cambiarlo por cualquier otro. Me dice que siempre tratan, su padre y ella, de hacerla fuerte porque «es mujer y es de color». Me asombra su comentario y le digo que no, que eso ya no es así, que en algo nuestros hijos son mejores. Me sonrío y le cuento lo que me sucedió con una de mis hijas el otro día.
Ellas me van desgranando poco a poco cómo son sus nuevos compañeros: los simpáticos, los buenos estudiantes, los vagos, los tímidos, los que se olvidan los deberes, la más guapa, el más divertido, el crack de las mates, el que pone de los nervios al profesor, la que no sabe nada de inglés, el que viene en autobús, etc. Pues bien, hace poco mi hija mayor me comenta que su amigo E es simpatiquísimo y me cuenta que juega fenomenal al baloncesto, que le gusta mucho leer como a ella, que está en el grupo de mediadores, que sacó un siete en mates y se disgustó y un sinfín de cosas más. Días más tarde, a la salida del cole, recojo a mi hija que sale charlatana con su grupo de amigos y me presenta al niño E. De todas las descripciones que me dio de él, obvió por carecer de importancia para ella, la que en el mundo de los adultos habría sido la primera, que E es un chico de color. Me sentí muy orgullosa de ella y por qué no decirlo de ver como afloran los valores de respeto y tolerancia que yo quiero transmitirle. Espero que Allemsay crezca en un mundo mejor. Yo pondré mi granito de arena.

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