He mutado a pez

Janet Hill ilustración
He mutado a pez. Creo que eso puede suceder cuando llueve siete días y siete noches sin interrupción. Entonces tu casa se transforma en una enorme pecera. A veces no queda más remedio que salir y coger oxígeno y entonces hasta te maravillas del espectáculo del mar de fondo. Mi pecera tiene sus ventajas: los cristales están en «gotelé», se autolimpian solos y la  manguera que cuelga en el jardín es pura decoración. Mientras, la vida discurre en el interior: leemos, dibujamos, horneamos pasteles, nos los comemos, vemos pelis, nos recuperamos de catarros, hacemos palomitas, jugamos al parchís y si no hay respiro, estrenamos botas de agua y paseamos al Sr. Wilson. Ainns, ¡ que a nadie se le ocurra cantar La Virgen de las Cuevas!. Por favor.

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