Una pregunta infinita

Tomé esta instantánea hace unos días, en el descanso de un paseo tardío de domingo. Después la he mirado una y otra vez. Esas cosas me suceden, que lo cotidiano me sugiera emociones o me provoque una y otra reflexión. En alguna ocasión oí que los hijos son preguntas que le hacemos al destino, palabras cortas de eco infinito. Con el paso del tiempo, mientras crecen, me doy cuenta de que lo importante no puedo decírselo con palabras, lo sabrán porque las amo todos mis días. No podría, siquiera, intentar mostrarles los faros que yo seguí. Al final todos buscamos nuestro propio rumbo.

Janet Hill ilustración

Nuevas historias ando escribiendo. El otoño todavía no se define. Hace calor. Hace frío. Al colegio le vamos tomando el pulso. He cambiado el running por el walking with Wilson. No voy a comprar más nocilla. Acabo de terminar El Parque, de Marguerite Duras. Un libro que baila entre el relato corto y el cuento filosófico. Una historia aparentemente sencilla: sentados en un parque conversan una sirvienta y un comerciante y con ellos dos maneras opuestas de enfrentar la vida. La rebeldía y la resignación. Casi me fascina más la autora que su obra. De ella me quedo con su mítica frase:
Muy pronto en la vida es demasiado tarde.
Ahora cada vez madrugo más, no quiero perderme nada.
Feliz semana.

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