Enderezo descoñecido

Ayer no pasé del mostrador de la biblioteca. Ellas me preguntan qué he leído o cómo va mi manuscrito. Intercambiamos opiniones. Ese último libro que leímos, aquel al que vuelves de vez en cuando y ese otro que no te atreviste a terminar. Al final llegamos a una conclusión: lo único que no podemos perdonarle a un libro es que no nos emocione.

Dos inviernos después de mi llegada, ya nos tratamos de tú a tú y me dicen que puedo hacerlo. Leer en gallego. Sí, con este libro: Enderezo descoñecido, de Kressmann Taylor.

“A vella ferida está pechada, pero ás veces a cicatriz aínda me queima, meu amigo.”

Y lo leo. Por la noche, disfrutando de una historia tan grande en un libro tan pequeño. Saboreando, además, la belleza de otra lengua.

A mi lado, mi hija mayor ya hace tiempo que lee indistintamente en una u otra lengua. Me va arrastrando con su ejemplo. Para ella no cuentan las estaciones, vive en una constante primavera. Cuánto trabajo tiene ahora por delante: todavía tiene que descubrir quién es, todavía tiene que vivir su  historia más bonita, la que jamás se olvida. Todavía tantos cuentos por leer. Todavía, por favor, sin heridas. Qué suerte que nos salven los libros, ser tu enderezo coñecido.

Quizás también te interese leer

Sin comentarios

Deja tu comentario