Agarrada a la cola del viento

Me he agarrado a la cola del viento. Un ratito, déjenme. Que vivo en un confín, que el mar me baña los pies y sueño que un farero visita mis noches. La luz de Hércules se cuela por las rendijas de mi persiana, entrometida, curiosa, hasta que el sueño la vence. Ya no recuerdo  lo que echo de menos, el océano quiere todos mis afectos. Necesité  tres inviernos para llegar a este verano. Hay amores feroces.  Solo puedo esperar cosas bonitas. Las que vienen.

«Se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas. Se paró el aguacero, ahora somos, flotando, dos gotas. Agarrado un momento a la cola del viento me siento mejor. Me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor. Volar, volar.» Dulce introducción al caos. Extremoduro

 

 

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