Algún día este dolor te será útil

Dejo que algunos libros que leo me arropen, que me envuelvan como lo hacen los abrazos que reconfortan. Hay libros que te visten y hay otros, me argumentaron no hace mucho, que bien pueden desnudarte. Algún día este dolor te será útil. He leído este libro de un tirón, conmovedor e irónico, mientras pasaba unos días al lado de mamá.

Una pequeña gran novela de Peter Cameron (Ed. Libros del Asteroide), divertida,  amenizada por  una madre que acaba de dejar plantado a su tercer marido durante su luna de miel en Las Vegas; un padre que cree que comer pasta como plato principal no es propio de hombres –heterosexuales, se entiende–; una hermana liada con un profesor casado que responde al nombre de Rainer Maria (Schultz, no Rilke); una abuela que empieza a olvidarlo todo; un perro, Miró, al que solo le falta hablar; varias experiencias traumáticas –entre ellas, los atentados del 11-S– y las visitas semanales de James al consultorio de la psiquiatra Rowena Adler, donde se practica el tira y afloja y la esgrima verbal.

Recomendable, sin duda. Y yo recreándome en su título como cuando escuchas una canción y crees que la música es solo tuya. Me duelen los días que paso contigo porque me anuncian, irreverentes, los que dejo de pasar a tu lado. Los paseos que hemos dado por la playa, dejan huella, igual que lo hacen los que no damos. Por vivir lejos, he tenido que construir distancia para tolerar la distancia. Qué tontería, como si el corazón pudiera revestirse de roca a nuestro antojo. Me hago mayor. Ahora lo sé, porque caminas conmigo y hablamos entre amigas y eres tú quién me pide consejo y agarras mi mano para no tropezarte. Es así, nos hacemos mayores cuando nuestros padres nos necesitan. A todas horas te echo de menos. Y no sé si ese dolor me va a ser útil.

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